
En un abrir y cerrar de ojos todo cambiará por completo, cuando esté oscuro mis sentidos se agudizaran, mis pupilas se dilatarán como una esfera de cristal, como mi madre, mi diosa plateada, que me guiará y acompañará en la soledad de la noche, el resoplar del viento será como una caricia del hielo y en la profundidad del silencio escucharé las voces del bosque espeso, ramas que se quiebran, plumas que caen, alas que se agitan en vuelo, el aullido de los lobos mezclándose con el canto de los búhos y los cuervos y mi sonido predilecto, que indica que el juego ha comenzado, el palpitar de su corazón acelerado, con sólo oírlo puedo imaginar el dulzor de su sabor en mi boca. Si, lo sé, tal vez sea yo quien más lo desee, pero sé que al final se invertirán los papeles, y gritará con todas sus ganas para que lo haga, me mirará con sus pequeños y oscuros ojos avellanados pidiéndome que no me detenga, que termine pronto. Al principio intentará huir, pero pronto comprenderá, es inútil esperar más, el momento ha llegado y como el cordero del sacrificio, sin poner resistencia se entregará. Hay quienes dicen que mi mirada es hipnótica, que tiene el poder de paralizar, le miraré fijamente a los ojos, su respiración se hará más rápida y comenzará a transpirar. Tal vez le de rienda a mi lado sádico y empiece un juego de mordidas y aruñazos, entonces dispondré mis uñas al tacto, y entre ellas envolveré su característica cola larga de color gris, le tragaré de un sólo bocado si estoy ansioso, o fingiré que le dejaré huir unas tres veces si quiero divertirme un poco, antes de comenzar a buscar una nueva aventura. Pero hasta entonces descansaré, hoy es otro día soleado, ninguna nube tapa el infinito azul del cielo, otro día claro, perfecto para dormir hasta el ocaso.
El gato se voltea y comienza a ronronear mientras la niña lo acaricia.