jueves, 14 de febrero de 2008

Poemita Quietista!

Las Flores, Idilio


¡Cuán poco dura vuestro esplendor,
Oh, encantadoras flores, Gloria de nuestros jardines!

A menudo un solo día abre y cierra vuestro destino
y la suerte más favorable
no os deja brillar más que dos o tres mañanas.
Mas consolaos, Narcisos, Nardos,
vivís pocos días, mas vivís felices,
ni los maldicientes ni los celosos
pueden corromper el inocente afecto
que la Primavera hace nacer entre Zéfiro y vosotras.

Es tanta su delicadez que jamás
mezcló amargura en vuestros más dulces placeres,
aunque además de por vosotras por otras suspira
lejos de vosotras juguetea sin cesar:

No sentís nunca la mortal tristeza
que devora los tiernos corazones,
cuando llenos de un ardor extremo
se ve al ingrato objeto que se ama
no prestar atención o interesarse en otro lugar.

Para complacer, sólo tenéis que aparecer.
Más felices que nosotras, no es la muerte
la que os hace perder vuestros encantos.

Más felices que nosotros, morís para renacer.
¡Tristes pensamientos, vanos anhelos!
Una vez que dejamos de existir,
amables flores, es para siempre.
Un temible instante nos destruye sin piedad
más allá del cual no se ve más que un oscuro porvenir.
De nuestros nombres apenas un leve recuerdo
entre los hombres se conserva.


Entramos para siempre en un profundo reposo
del que nos ha despertado la Naturaleza,
en esta horrorosa noche que confunde
a héroes, cobardes y perjuros,
y cuyos orgullosos destinos
las crueles leyes no dejan salir más que una vez.
No nos hace salir más que una sola vez.
Mas, ¿ay de mi!, para querer vivir,
¿la vida es un bien tan dulce?
Al amarla tanto, ¿no pensamos de cuántas
Penas nos libra su pérdida?

No es más que un cúmulo de temores, de dolores
de trabajos, de desvelos, de pesares.
Para quien conoce las miserias humanas
morir no es la mayor de las desgracias.

Sin embargo, agradables flores,
con vergonzosas ligaduras atadas a la vida,
ella sola es causa de todos nuestros tormentos,
y nosotras os envidiamos
por lo que menos deberíamos envidiaros.

Mme. Deshoulières


jueves, 7 de febrero de 2008

Poemita!

Armonía

Toma mí mano, ven junto a mí

te llevaré a un jardín de radiantes

prímulas en verde florescencia

con polvo estelar y alas tornasol

Entre dorada luz de algodón y

plumas agua marina caeremos

sin fricción en un mundo onírico

olor a rosa, anís y mentol

Traslúcida, con fragante aroma

de noche, la luna emergerá

avistando el esplendor supremo

en un místico árbol descenderemos

hectáreas de risas sembraremos

sobre una estrella azul volaremos

y en una frágil burbuja fugaz

soñaremos en transparente luz

destello intermitente de vida

alegría, sueños y armonía

Entre rayos de sol etéreo

entre pétalos fucsia y almíbar

beberemos de dorados mostos

manantiales de cristalino amor.

Kari 16/10/07

Wiiiiiiiiiiiiiiii!!!